LOS AMANTES MASCULINOS DE APOLO

 Apolo, hijo de Zeus y Leto y  hermano de Artesisa/Diana, fue el dios de la luz y el sol; la verdad y la profecía; la medicina y la curación; la música, la poesía y las artes; también el ideal de la eterna juventud. La lista de amantes que tuvo es infinita, destacan de ella tres jóvenes muchachos: Tamiris, Jacinto y Cipariso.

La muerte de Jacinto, Jean Broc.



Jacinto era el hijo del Rey de Esparta, su hermosura era tal que enamoró a Apolo. Tras varios encuentros amorosos él y su amante estaban jugando a lanzarse el disco el uno al otro, cuando Apolo para demostrar su poder e impresionar a Jacinto lo lanzó con todas sus fuerzas. Jacinto, para a su vez impresionar a Apolo, intentó atraparlo, fue golpeado por el disco y cayó muerto.


Jacinto, F.J. Bosio Louvre

Otra versión del mito añade que el responsable de la muerte de Jacinto fue el dios del viento Céfiro. La belleza del muchacho provocó una disputa amorosa entre Céfiro y Apolo. Celoso de que Jacinto hubiese preferido el amor de Apolo, Céfiro desvió el disco con la intención de herir y matar a Jacinto.

Apolo y Jacinto, Jacopo Caraglio.

Sin embargo, mientras agonizaba, Apolo no permitió que Hades, el dios de los muertos, reclamara al muchacho; de la sangre derramada del joven hizo brotar una flor, el jacinto. Según la versión de Ovidio, las lágrimas de Apolo cayeron sobre los pétalos de la flor y la convirtieron en una señal de luto. En otras variaciones Céfiro tiene una forma física y en castigo Apolo lo convierte en viento para que no dañe a nadie más.

Apolo y Cipariso, Marie Claude Dyubyuf


Cipariso fue un joven descendiente de Hércules y amante de Apolo. Un día Apolo le regaló una jabalina para cazar, pero por error el muchacho mató a su ciervo domesticado. Tanto fue su duelo y dolor que pidió al dios Apolo que le permitiera llorarlo para siempre. El dios aceptó su súplica y lo convirtió en un ciprés, árbol relacionado con el duelo y el dolor por los seres queridos.

Giulio Romano, Apolo y Cipariso, 1596, Museo Nacional de Estocolmo.

De Tamiris se dice que fue el primero que se enamoró de alguien de su sexo. Era hijo de un afamado músico quien le transmitió sus dotes para el arte musical. Cuentan las leyendas que Apolo, ante la competencia del artista, se dedicó a lanzar infundios para desacreditarlo. Esto fue la perdición de Tamiris, condenado por las Musas, que no admitían superiores en ningún plano de la creación artística, a perder la vista, el habla y la memoria. De este modo Apolo se quitó de en medio a un peligroso rival.

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