JULIO MARISCAL, EL POETA EN EL ARMARIO.
"Este amor de nosotros
nace de la amargura"
Si en las ciudades de la posguerra española los homosexuales lo pasaron mal, en el medio rural fue aun peor. Desde niños debían aprender a disimular, a no dar pistas, el acoso escolar podía ser el menor de sus problemas.
Para una familia tener un hijo homosexual era un deshonor, si además el padre era falangista, militar o pertenecía a la benemérita, el niño deshonraba a todo el cuerpo. Jamás se podía confesar a un padre este problema, ni dar pistas, las palizas estaban aseguradas. Muchos niños y jóvenes homosexuales tuvieron que oir en boca de sus padres: "Antes prefiero a un hijo muerto que maricón". El único camino era el silencio. Desde temprana edad se debía optar por las apariencias, por interpretar un papel que no era el suyo, ser un duro flecha en la OJE o un piadoso monaguillo en la iglesia.
Durante la adolescencia se podía pasar desapercibido, incluso iniciarse con los amigos en el descubrimiento del propio cuerpo y la sexualidad, nadie pensaba nada, nadie se creía homosexual al hacerlo. Pero pronto aparecían las novias y el joven solitario acababa dando que hablar. Unos emigraban a la ciudad en espera de una vida mejor, otros optaban por el sacerdocio, otros negaban su sexualidad y se dedicaban plenamente a una vida profesional, la mayoría optaba por un matrimonio de conveniencia. Para estos después venían las huidas en busca de un sexo que no encontraban en sus matrimonios.
En el medio rural no existían condones, no había ningún tipo de profilaxis para evitar una enfermedad "venérea", cuando estas aparecían ninguna explicación era posible.
Julio Mariscal (1922-1977) optó por el aislamiento, por un lento y terrible suicidio. Queda huérfano a los 11 años de edad, siendo desde entonces su gran refugio afectivo su madre, a la cual veneraba, ella será su refugio, pero también la causa de la negación de su propia sexualidad y de una exagerada religiosidad.
Pronto descubre que su sexualidad va por distinto camino que sus convicciones religiosas y sociales, lo que le marcará para siempre un carácter reservado y tímido. Estudia en Cádiz, obtiene el título de maestro nacional, funda la revista "Alcaraván" donde publica sus primeros poemas, generalmente de contenido religioso, aunque jamás se atreve a leerlos en voz alta.
En 1957 la Ley de Vagos y Maleantes cae sobre él siendo profesor en Paterna, debe abandonar su plaza de maestro, la acusación es de "escándalo público". El poeta se autodestierra y se encierra aun mas en su armario, dejándose vencer por el decaimiento y la depresión. La poesía es su único refugio.
En su pueblo, Arcos de la Frontera, se le ridiculiza aunque se le acaba aceptando por ser de una familia "de bien". Le llamaban Julito, un diminutivo que generalmente se utilizaba para ridiculizar a las personas homosexuales.
Siempre consideró que su homosexualidad era un defecto, la religión le motivó además un profundo sentimiento de culpa, jamás pudo vivir su sexualidad de forma gozosa. Sus biógrafos hablan de amantes ocasionales y siempre dentro de la mas absoluta discreción, aunque por Arcos las coplas populares hablaban de jóvenes que salían por su ventana a la madrugada.
Sus poemas amorosos son desgarradores. Solo allí se atreve a confesar sus mas ocultos sentimientos:
No puedo revelar tu nombre.
No te permiten revelar el mío.
Pero sí que pueden nuestros labios,
nuestros dientes alimentarse del cuerpo,
del corazón del ser querido como pan, como fruta...:
...
No me digas "te quiero, no me llames"
búscame en el reverso de la rosa,
donde te duela mas el día, donde
me pienses mas extraño.
...
Tengo, amor mío, mucho más que esto:
tengo que enarbolar mi cobardía
y amontonar tu nombre
y hacerme espina entre las otras lenguas,
y decir... ¡Qué se yo!... Pero en el fondo,
en el trasmundo de mi voz que muerde
tu carne mía, de mis manos, mía,
tú sabes que te guardo
mi corazón como una hogaza, como
una manzana, para que tus dientes
muerdan el más abril de mis pecados.
tengo que enarbolar mi cobardía
y amontonar tu nombre
y hacerme espina entre las otras lenguas,
y decir... ¡Qué se yo!... Pero en el fondo,
en el trasmundo de mi voz que muerde
tu carne mía, de mis manos, mía,
tú sabes que te guardo
mi corazón como una hogaza, como
una manzana, para que tus dientes
muerdan el más abril de mis pecados.
Mariscal poeta ignorado en su tiempo cantaba al amor oscuro, al abandono del amado, a la muerte simbólica del poeta. Sus méritos intelectuales y humanos no le fueron reconocidos durante su existencia, sufriendo la marginación de la sociedad de la época.
Sus últimos años los pasa en su Arcos natal, llevando una vida rutinaria como maestro, su cansancio vital le va haciendo languidecer. En 1977 y con solo 55 años pudo descansar en paz definitivamente. Dejaba una de las mas importantes obras poéticas de la llamada generación del 50. Aun hoy muchos de sus poemas no se han publicado.
"Nos decían: "Hay que ser generosos con los años",
"gastarlos y gastarlos como vengan,
estar dispuestos con la alegría cabalgando soles".
"Hay que ser generosos con el tiempo"
"gastarlos y gastarlos como vengan,
estar dispuestos con la alegría cabalgando soles".
"Hay que ser generosos con el tiempo"
¿Pero es que el tiempo ha sido generoso?
¿Es que los días, como pordioseros
no han tenido la mano siempre alerta
para el zarpazo, el salivazo, el goce
de pisar y pisar nuestras entrañas?
¿Es que los días, como pordioseros
no han tenido la mano siempre alerta
para el zarpazo, el salivazo, el goce
de pisar y pisar nuestras entrañas?
No me conformo, no, no me conformo
con lo que a cambio me ofreció la vida,
no quiero un puñadito de alegrías
a cambio de una vida desolada
por cuya sombra asoma ya la muerte.
con lo que a cambio me ofreció la vida,
no quiero un puñadito de alegrías
a cambio de una vida desolada
por cuya sombra asoma ya la muerte.
Mas información:
Julio Mariscal, Poeta de Arcos.
Nido de poesía, Julio Mariscal.
EL LÁTIGO Y LA PLUMA
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