POESIA EN EL ARMARI (II)
Selección de 5 poemas publicados en el anterior blog censurado por facebook. Recuerdo que para acceder a toda la información es necesario cliquear los nombres de los poetas en azul. Anterior publicación: I Parte.
Las horas no han pasado, todavía,
y está mañana lejos igual a un arrecife
que apenas distingo.
Tú no sientes
cómo el tiempo se adensa en esta habitación
con la luz encendida, como está fuera el frío
lamiendo los cristales...Qué desprisa,
en mi cama esta noche, animalito,
con la simple nobleza de la necesidad,
mientras que te miraba, te quedaste dormido.
Así pues, buenas noches.
Ese país tranquilo
cuyos contornos son los de tu cuerpo
da ganas de morir recordando la vida,
o de seguir despierto
—cansado y excitado— hasta el amanecer.
A solas con la edad, mientras tú duermes
como quien no ha leído nunca un libro,
pequeño animalito: ser humano
—más franco que en mis brazos—,
por lo desconocido.
POEMAS DE JAIME GIL DE BIEDMA
DIJO EL AMADO AL AMANTE. Poema original del libro "Del Amic e Amat" de Ramon Llull (1232-1215) reescrito por Mosen Cinto Verdaguer (1845-1902),
Dijo el Amado al amante:
¿Cuál es la noche de más oscura?
-El de vuestra ausencia.
¿Cuál es el día más claro?
-El de vuestra presencia.
De amor lloraba el Amigo
y del tormento se compadecía
llamaba a su Amado
para ver si le desearía
Tan pronto el Amado le oía,
le hizo dulce compañía.
Cuanto más él se le acercaba, más el tormento le crecía;
cuanto más iba creciendo
la amorosa enfermedad,
más dulcemente el Amado
de sus languideces se curaba.
"Alegrate mi amado.
-El amante le escribía-.
De él es mi voluntad,
suya es la vida mía.
De su amor nunca salga
y aún os añoro;
por Vos es que yo vivo,
por Vos es que yo muero ".
JURA. Kavafis a través de Carles Riba
Mas cuando llega la noche con sus propios consejos,
con sus compromisos, y con sus promesas;
mas cuando llega la noche con su propia fuerza
del cuerpo que necesita y pide, hacia el mismo
placer fatal, perdido, va de nuevo.
Mas poemas:
DIMITRIS YEROS PONE IMAGENES A LOS POEMAS DE CAVAFIS.
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POEMAS DE KAVAFIS.
EL POETA LE PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA. Federico García Lorca 75 años después.
Amor de mis entrañas, viva muerte
En vano espero tu palabra escrita
Y pienso, con la flor que se marchita,
El aire es inmortal. La piedra inerte.
Ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas
Tigre y paloma sobre tu cintura
Llena pues de palabras mi locura,
O déjame vivir en mi serena
Amor de mis entrañas, viva muerte
En vano espero tu palabra escrita
Y pienso, con la flor que se marchita,
Que si vivo sin mi quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte.
Ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
La miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas
Tigre y paloma sobre tu cintura
En duelo de mordiscos y azucenas.
Llena pues de palabras mi locura,
O déjame vivir en mi serena
Noche del alma para siempre oscura.
DONDE HABITE EL OLVIDO (Enrique Morente canta el poema de Luís Cernuda)
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido
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