JUAN SOTO, UN HOMBRE LLAMADO KATY

 La historia de Juan Soto fue la de muchos jóvenes de la posguerra que tuvieron que huir de sus pueblos para ir al Raval de Barcelona para poder sobrevivir.



La homosexualidad no estuvo penalizada en España hasta 1954, esto no quiere decir que estuviera permitida. Todo el país era una prisión, un gesto, una insinuación o un comentario, bastaba para ser detenido, maltratado y encerrado sin tener una sentencia condenatoria.

En los campos de concentración iban desde los presos comunes, los políticos o los acusados ​​de escándalo público, también gente víctima de ser denunciada por hechos que nunca habían cometido. Estos centros estaban regidos por personajes cargados de odio, beneficiados por la victoria fascista y generalmente analfabetos (especialmente los subalternos). Los presos no tenían derechos, podían ser utilizados como mano de obra esclava o maltratados sin ningún miramiento. Y si la estancia era horrible, la salida no era mejor, ya que en esta España cuartelera no había lugar para personas estigmatizadas por la represión fascista.

En las cárceles españolas de la posguerra los homosexuales no eran apreciados, pero el odio más grande iba dirigido hacia los presos políticos. Alguien que entraba en prisión siendo señalado como "invertido" se convertía en objeto sexual de reclusos y funcionarios. No podía denunciar el abuso, ya que terminaban en la celda de castigo, no tenían derechos. Muchos acababan adaptándose a la situación a cambio de seguridad o alimentos. Otros optan por el suicidio.

La biografía de Juan Soto nos muestra cómo fueron estos centros y cómo se vivía en ellos. El origen de su apodo procede de su internamiento en el horrible Campo de Concentración de Nanclares de Oca. Nada más entrar los formaron: "Los que sean invertidos que den un paso adelante", sabían que si daban un paso al frente, lo iban a pasar mal, pero si no lo daban sería mucho peor. Juan dio el paso adelante y le pusieron un apodo, como su última detención fue en Cataluña le tocó "La Catalina", más adelante lo transformó en la Katy.



Juan Soto tenía todos los alicientes para no gustar en este mundo hostil que era la posguerra franquista: familia republicana y comunista, homosexual y ladrón por necesidad. Entre 1937 y 1971 la su vida fue una sucesión de robos, detenciones, entradas y salidas de la cárcel, recorriendo toda la geografía carcelaria española.

Con sólo 15 años era violado por un soldado italiano en el cuartel de Haro, pero eran tiempos de silencio y no lo comentó a nadie. Desde pequeño fue objeto de burla por parte de compañeros de clase. Con este ambiente  Juan pronto aprovechó para huir de casa e irse a Zaragoza donde aprende a prostituirse para robar las carteras de sus clientes.

En los años 40 llega a Barcelona y se refugia en el Raval, un lugar donde malviven muchos jóvenes que como él han huido de entornos hostiles y de la miseria. Su vida aquí recuerda mucho a la que vivió años otro ilustre apátrida; Jean Genet. En sus memorias cuenta una vida muy similar a la de Diario de un ladrón, Joan mantiene relaciones sexuales con sus víctimas sin el más mínimo inconveniente. También canta en antros donde la presencia de jovencitos era un pretexto.Una copla de la época decía:


Me gusta el sitio oscuro

Porque te dan por culo

te ligas a un vejete

y Mientras te la mete

tú cuentas los palanquillas

y Cuando termina el viejo

te limpias el Pellejo .....

En Barcelona depura su arte de ir robando a los clientes, llegando al chantaje haciéndose pasar por policía. Pero su condición de fugado, no lo permite iniciar ningún proyecto estable, tampoco se presentó para hacer el servicio militar. Cuando finalmente es detenido es enviado al Batallón Disciplinario de Melilla. Detrás de sus pasos por los barrios bajos de Barcelona siguieron muchos otros, a finales de los años 60 fueron las personas transgénero, buscando trabajo en los locales del Paralelo y el apoyo de los médicos que atendían a las trabajadoras sexuales.

En Melilla  Juan cae en gracia y se deja seducir por un capitán llamado "La capitana". Al ser pillados, el capitán lo niega todo y es absuelto, él en cambio es acusado por deshonor militar e injurias. Se le encierra en el penal de "Rostrogordo" donde ofrece sexo a cambio de "grifa". En este centro es testigo de la brutalidad de los funcionarios de prisiones, ajusticiamientos sin intervención judicial, tiros de gracia aplicando la "ley de fugas", etc. Espeluznante.

Tras salir consigue un breve periodo de libertad en que mejora su técnica para robar incautos clientes. Pero vuelve a la cárcel, a las palizas rutinarias, pasa por Ocaña, el Puerto de Santamaría, Carabanchel. Un día un funcionario se le acerca: "Pobrecita, se ha quedado huérfano", su silencioso padre había muerto, fue un duro golpe.

Cuenta el diario "El País" que estando recluido en Nanclares de Oca su madre fue a visitarlo. Para evitarle el disgusto se cambió la gorra por la de un preso heterosexual. "Mi madre prefería que fuera ladrón a mariquita" "Para mí ella era el mejor de mi vida y no quería darle un disgusto".

Finalmente en 1971 consigue salir en libertad, se instala en Canarias donde pudo rehacer su vida. En 1993 publica sus memorias en el libro "Un hombre llamado Katy". Mas allá de su biografía novelada, el libro nos ofrece un testimonio de primera mano de la España de la posguerra.





Mas:

Un hombre llamado Katy. Juan Soto Puente, Ed La Palma

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